Capítulo V

Anoche tuve un sueño. Estaba pastando en el prado con unas cuantas vacas más cuando de repente un rebaño de ovejas se acercó balando "¡eeeeeesss una raaaaannaaaaa! ¡no eeeees una vaaaaacaaa!", entonces las demás vacas se me quedaron mirando horrorizadas y empezaron a correr presa del pánico, pisoteándome en su huída. Me desperté dolorida como si de verdad me hubiesen pegado una paliza y mi primera visión al abrir los ojos fue la gigantesca cabeza de una oveja que me estaba dando cabezazos. De un vistazo comprobé que el increíble perro-lámpara dormía a mi lado a pierna suelta, pero aquel bicho esponjoso estaba empeñado en magullarme todo el cuerpo. Finalmente me decidí a hablarle, sin albergar muchas esperanzas de que fuera capaz de entender lo que le decía.
- eh! oveja! lárgate! ¿no ves que me haces daño? - el animal paró de cabecear y se me quedó mirando con mirada de oveja, con esos inexpresivos ojos que no traslucían el más mínimo atisbo de vida inteligente ahí dentro. Desesperada, desperté al perro en busca de una ayuda más experta en animales estúpidos. Mi amigo se levantó de un salto, poniéndose en guardia. Se notaba que había sido atacado en mitad de la noche más de una vez. Cuando vio la oveja frente a mí se echó a reír.
-¿Y por esto me despiertas? ¡pensé que nos atacaba una manada de lobos rabiosos! querida Violeta, esto sólo es una oveja descarriada buscando su rebaño
- Desca...qué
- Perdida... Se ha perdido, es de noche y no sabe volver a su casa. Probablemente viva en nuestra granja. Vuelve a dormirte y mañana la acompañaremos, vamos todos al mismo lugar.
- Pero es que no sé lo que quiere, ¡me está pegando cabezazos!
- Sólo quiere saber qué tipo de animal eres, deja que se acurruque a tu lado, verás qué calentita duermes.
Así que seguí los sabios consejos del increíble perro-lámpara y le hice un hueco a la oveja entre nosotros dos. Me acurruqué junto a su lanudo cuerpo y me invadió un calorcito agradabilísimo. Mmmmmm, era la mejor cama que jamás había probado. Continuará...