8/14/2009

Pocholito. Una visión sarcástica de los papás maleducados




Tengo unos vecinos que juegan a ser papás con un niño de tres años, melenita rubia, tez dorada y facciones perfectas. En su casa le mantendrán atado y amordazado viendo televisión porque apenas se le oye, pero cuando le dejan salir al jardín es un animal desbocado que siempre va descalzo y la mayor parte del día desnudo. Cabalga al trote con unas tijeras de podar en la mano mientras su madre planta jazmines o restaura una mecedora, al tiempo que canturrea: “Pocholo, pórtate bien”. El niño no atiende porque va gritando: “¡voy a matar al caballo!”, y nosotros nos alegramos de que el equino se encuentre en la finca colindante protegido por una valla lo bastante alta para no ser agredido, aunque reciba a diario juguetes, manguitos, cestas y otros enseres que vuelan por arte manual del monstruito. Por no hablar de los limones que desaparecen de nuestro limonero para acabar a los pies del sufrido caballo. El otro día se hizo amigo de mi sobrino Martín, que inmediatamente quiso quitarse ropa y zapatos como el vecinito, a lo que mi hermana se negó provocando un pequeño conflicto familiar con llanto incluido. Al presenciar la escena, Pocholo recriminó e insultó sin pudor a la mamá de su nuevo amiguito mientras la suya regaba las petunias y hablaba por el móvil. Cuando el papá regresa del club de campo, tras una dura jornada de 18 hoyos, acostumbra a distraerle permitiendo que maneje la segadora eléctrica o llevándolo a pasear en el asiento delantero de su porsche descapotable (que no tiene asientos traseros, claro) sin sillita obligatoria. Eso sí, le pone el cinturón de seguridad aunque el pequeño se deslice al instante, cual culebrilla, y acabe de pie antes de arrancar.
¿Habrá perdido la niñera la llave pedagógica del juguete de la casa?

1 comentario:

Anónimo dijo...

que miedo de niño...y de padres!!!