6/19/2008

Culete libre

Vera tenía 18 meses cuando empezó a ser consciente de lo que le rondaba por su pañal. Entrábamos en la primavera del 93 y yo, como madre primeriza, tenía mucha prisa por hacer mayor a mi niña. Compramos un orinal-mariquita en el que Vera se sentaba todos los días a la misma hora (creo recordar que antes del baño), se agarraba a sus antenas negras y hacía pis. Como mi chiquitina era tan lista pregunté en la guardería si podía intentarlo, pero me dijeron que era muy pronto y tenía que esperar. Lo hice hasta julio, cuando la mamá insistente que llevo dentro decidió tomar las riendas y hacer controlar los esfínteres de su hija a los 22 meses, sí o sí. Compré muchas braguitas y la llevé todo el verano con vestidito y zapatillas de tela, suerte que los bolsos eran grandes, como ahora, y podía meter algún repuesto para emergencias. El truco fue quitar el pañal de día y no volver a ponerlo nunca más, tener el reductor para inodoro más chulo del mercado y sentarla en él cada hora. Nos pusimos en evidencia en la moqueta de El Corte Inglés, en un paseo por Catalunya en Miniatura, en el recorrido Barcelona-Galicia de nuestras vacaciones, en los parques, en las playas... Nada comparado con el inexplicable orgullo de cumplir los dos añitos sin pañal.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Cuánto esfuerzo desperdiciado. Chica, que lo del control de esfínteres es algo fisiógico que todos hacen tarde o temprano, como andar, hablar... Y por cierto, fue tu hija quien lo consiguió (pese a estar o no preparada, eso no lo sabremos nunca). En todo caso fue un mérito de ella, no de su insistente mamá.

:-)